domingo, 2 de agosto de 2020

LO QUE EL TAPABOCAS NOS QUIERE ENSEÑAR


“PALABRA DE VIDA Y PALABRA DE MUERTE”
LO QUE EL TAPABOCAS NOS QUIERE ENSEÑAR

Vamos a recordar varios refranes populares:
     “en boca cerrada no entra mosco”,
     “sabio no es el que más habla sino el que sabe cuándo callar”,
     “el que más habla más erra”, 
     “el pez muere por su boca”, 
y siempre han dicho que nos dieron dos oídos, dos ojos, dos manos y una sola boca, pero son infinitos los problemas y las soluciones, las muertes y las vidas provocadas por una palabra; no hemos aprendido a callar y, mejor aún, a escuchar mucho más.
La palabra en unos casos puede llegar a ser vida y en otros casos puede llegar a ser muerte totalmente opuestos contradictorios, el coronavirus (COVID-19) ha venido a recordarnos, a estimularnos, a obligarnos a muchos cambios de hábitos, costumbres, en muchas de las áreas de nuestras vidas.
En este artículo voy a tocar el uso del tapabocas. ¿Qué sentido tiene aparte de su protección contra el virus? Aunque se ha dicho que no es una garantía total para no contagiarnos, puede darnos una gran oportunidad a todos nosotros para que entremos en una reflexión profunda de lo que sale y entra por nuestras bocas.
Hablar con el tapabocas puesto nos hace sentir limitados ahogados y se nos complica más el comer. Sería bueno la siguiente reflexión individual:
¿qué hemos dicho muchas veces?
¿cómo lo hemos dicho?
¿a quién se lo hemos dicho?
Son muchas las veces en las que hemos proferido palabras insultantes, degradantes, homofóbicas, racistas y humillantes a otras personas y muchas veces a los seres más queridos de nuestra vida. Sin embargo, también es importante recordar las palabras de aliento, motivación, amor, cariño y solidaridad que hemos expresado.
Algunas veces puede que hayamos dañado vidas, e incluso, en muchos casos, las palabras dichas han inducido a otro a morir. Pero igual forma por esas palabras dichas hemos inducido a otras personas a que vivan.
Qué importante es que en esta época asumamos esta reflexión y empecemos a saber qué palabras son las que usaremos, así que vamos a preferir palabras de vida para llevar a los oídos y el corazón de otras personas. Que nos propongamos que siempre que vamos a hablar sea desde nuestro corazón y expresando un genuino amor al prójimo, de modo que sean palabras para construir, para dar vida, para alentar, para acercar, para fortalecer esos lazos y esos vínculos con todos los seres humanos que están a nuestro alrededor.
Hay una anécdota que contaba Gabriel García Márquez, de qué era lo que lo había hecho a él ser un escritor y contaba, como, cuando tenía la edad de 7 años andando por una calle de su pueblo alguien le gritó cuidado niño y el alcanzó a hacerse a un lado cuando alguien pasaba velozmente en una cicla, ese día él entendió que la palabra tenía poder, era vida o que podía ser muerte y decidió escribir. Qué bueno sería que ahora con este tema del tapabocas, todos decidamos por la vida a través de las palabras que generan amor, que generan felicidad, que generan bienestar, tranquilidad, armonía y paz en el corazón y en la vida de cualquier otro ser humano, y de rebote en nosotros mismos, sintiéndonos más plenos.
Hay una sabiduría muy antigua la sabiduría de la conexión, que se descubrió hace miles de año atrás, la cual enseña que lo más importante en una sociedad es la conexión entre sus individuos, en mantener un nivel de amor muy alto en sus relaciones.
En este sentido, qué importancia toman las palabras, que sean para unir que sean para fortalecer, para propiciar esa cohesión y esa unión entre todos los seres humanos, que sean de cuidado, de interés por el beneficio del otro sin esperar recompensa, y para exaltarlo, para motivarlo y para demostrarle nuestro amor, y que esto no sea, egoístamente, solo con nuestros seres queridos más cercanos. Que seamos capaces de hacerlo con cualquier ser humano que exista sobre el mundo.
Como cambiaría nuestra sociedad, si todos nos refiriéramos al otro con respeto, con amor, con delicadeza, con responsabilidad, generándole vida, generándole vitalidad, emotividad, motivación y que nuestras palabras siempre demostraron el interés por el bienestar, la salud, la economía, y la espiritualidad del otro, que sean palabras para llenar los vacíos en su alma, que sean para darle esa energía que todos en un momento dado podemos llegar a necesitar, todo esto solo generaría confianza entre los unos y los otros, seguridad y fe de qué estamos al lado de otros que piensan en nosotros, que nos cuidan y que a través de sus palabras nos motivan a unirnos y a que nosotros también los queremos y cuidemos de ellos.
Qué bueno por ese tapabocas, ya no podré decir todo lo que se me venga en gana, qué bueno será vivir en una sociedad así, donde se hace vivo el “amar al prójimo como a uno mismo”.

Gracias a mi gran amigo Edgar Usuga por su revisión y aportes

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